viernes, 27 de abril de 2007

ME ENSEÑARON



Ultimamente no me encuentro
con ganas de escribir, por eso
os escribo unas citas que me gustan.


Me enseñaron a rezar,
enseñáronme a sentir
y me enseñaron a amar,
y como amar es sufrir
también aprendí a llorar.


Gabriel y Galán.

jueves, 26 de abril de 2007

EL AMOR

De querer a no querer
hay un camino muy largo,
que todo el mundo recorre
sin saber cómo ni cuándo.

Me he enamorado de ti,
y es enfermedad tan mala
que ni la muerte la cura,
según dicen los que aman.


Manuel Machado

sábado, 14 de abril de 2007

LA NUIT DE PARIS


Te acuerdas, yo nunca podré olvidarlo.
Fue aquella noche fría de primavera en la que estábamos los dos juntos bajo la torre Ifel. Me dijiste susurrándome al oído, -si subes a lo mas alto con migo, esta noche seré tu esclava.
Me pusiste entre la espada y la pared, por un lado estabas tú y por el otro el vértigo...
Subiría tantas veces me lo pidiera por pasar otra noche así con ella.
Ya en el hotel, llegó lo que estábamos esperando los dos.
Me empezaste a desnudar pero tu seguías con tu ropa puesta, ya desnudo del todo, empezaste a desnudarte tranquila y despacio y me dijiste, -quiero ver como tu polla va empalmándose poco a poco, como te excitas al ver mi cuerpo desnudándose.

Yo la verdad estaba extrañado ya que nunca habíamos hecho algo parecido, no quiero decir que no lo haya pensado, soñado y...
Completamente empalmado y excitado solo tenía que esperar a que te quitaras el tanga rojo que llevabas. Ya desnudos los dos, abriste tu maleta y de ella sacaste cuatro cuerdas no muy largas, las tirastes encima de la cama y dijiste; ves esas cuerdas, úsalas como quieras y para lo que quieras, soy tuya.
La verdad, en ese momento estaba muy nervioso, tantos sueños eróticos, tantas fantasías sexuales y en el momento de la verdad no sabía que hacer con esas cuerdas.
Te tumbaste en medio de la cama, alzaste un brazo y luego el otro y abriste las dos piernas a la vez dejando al descubierto tu coño casi afeitado, se notaba que palpitaba y que estaba baste húmedo, en ese momento me huviera tirado a ti y lo habríamos hecho, pero mire las cuerdas, las cogí y te até los brazos y las piernas a la cama, Dios, tenía ante mí a una mujer para hacer todas mis fantasías sexuales.
No sabía por donde empezar, cada vez estaba más excitado y apunto de brotar todo el jugo de mi sexo al ver como te retorcías de placer por verte como estabas y por sentir el roce de las cuerdas. Empecé a acariciar tus pechos, a besarte todo el cuerpo hasta llegar a tu clítoris, empecé a jugar con el tocándole con mi lengua húmeda, lo besaba, lo lamía y la introducía en tu vajina para saborear el jugo de tu cuerpo.
Solo con recordarlo me sigo excitando como aquel día, al verte atada y tú gimiendo de placer y diciéndome que siguiera, que no parara.

Después de haberte explorado todo tu clítoris con mi lengua, subí hacia arriba y nos empezamos a besar, estuvimos un buen rato besándonos, chupándonos y mordisqueándonos, cuando me quise dar cuenta, estaba de rodillas encima de tu cara y tu chupándomela como nunca la habías hecho. Que manera de succionar, que manera de acariciar mi polla con tu lengua, que manera de...
Ya a punto de reventar, de emanar de dentro de mi todo mi jugo, no se como lo hiciste pero estuviste chupando hasta el último instante, tuve tanta excitación, tanto placer, tal orgasmo que cuando abrí los ojos solo vi tu cara, tu cuerpo, toda tú, llena de mi.
Nunca olvidaré esta noche, por eso siempre pondré todo mi esfuerzo, toda mi pasión y toda mi imaginación para compensar lo tú me diste esa noche.
Te quiero.

viernes, 13 de abril de 2007

EL AMANECER


La mañana fría tus manos calientes, el aire seco tus labios mojados, el sol apagado tus ojos llenos de luz, el cielo nublado tu mente despejada, la ciudad seca tu sexo húmedo.

Esa mañana al abrir los ojos, sentí tu respiración, te mire y observándote, sentí una sensación de excitación que me hizo desear en ese momento besar tus labios, tu cara, tus ojos...

Lo que también deseaba, era que no despertaras para así no dejar de mirarte, para poder seguir sintiendo tu respiración tranquila y silenciosa. El ver como tu pecho, sube y baja al compás de tu respiración, es algo que sin querer cada vez me excitaba más.

Al mirar por la ventana de nuestra habitación, el sol que estaba saliendo con su cara sonriente me decía, hazla tuya y tú se de ella.

Me metí en la cama otra vez y empecé a desabrochar los botones de mi blusa del pijama que llevabas tú. Al terminar, tus pechos grandes y firmes, seguían subiendo y bajando al compás de la respiración.